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Daedalus.                                                           Cap.XII

 

    

    La información tiende a engendrar información.

    La información se genera, se desarrolla promiscua y crece, se reproduce. Muere, si entendemos como muerte la transformación constante e infinita. A diferencia de cualquier ente físico, la información puede clonarse de forma infinita , conservarse en un soporte digital y "resucitarse".
    Durante su ciclo vital interminable, se esparce como una espora. Se regenera y pervive como un hongo, duplicándose y replicándose a sí misma. Multiplicándose.
Durante mucho tiempo, los humanos creímos ser la especie dominante sobre el globo. Nos hicieron falta seis guerras globales y tantos otros cambios de ciclo para asumir que no somos más que un medio de transporte. El anfitrión de un huésped que nos sobrevivirá siglos y siglos después de que el tiempo haya olvidado a nuestra especie.
    No somos otra cosa que el pastoreo de un fin más alto. Etéreo. Intangible.
Ahora lo sabemos. Y ellos lo saben. Es ahí donde reside la condena del mundo, tal y como lo conocemos.
    La configuración de la red, y el éxito de su evolución como ser vivo, hasta el día de hoy, consiste en una telaraña de nodos independientes y prescindibles uno a uno. Algunos nodos mueren. Desaparecen con el tiempo. Caen y son sustituidos por otros, de inmediato. La información se disemina, se auto-copia, se duplica y renace en un tremendo alarde de supervivencia.
    La morfología caótica de nexos entre nodos, la carencia de control sobre ellos por parte del Consejo y las corporaciones, es lo que permite que la información siga siendo un ser vivo y dinámico, y no un ratón de laboratorio que se limita a dar vueltas en su rueda, inducido y mermado por las drogas.

    Llevamos muchísimo tiempo intentando anticipar la jugada maestra del Consejo. Conocemos la existencia de seis nodos masivos artificiales y un punto de "ignición". La infraestructura lleva mucho tiempo preparada. Latente y a la espera del pistoletazo de salida.
    La campaña de ataque comenzará en Eurasia, concretamente aquí, en Túnez.

Una vez activado el punto central, se pondrá en marcha el engranaje, despertando a los tres primeros nodos masivos: "Alberta-Canadá", "Antártida-Meridiano 15 este" y "extremo oriente ruso". Caerán entonces el setenta por ciento de los nodos libres conocidos en un ataque masivo.
    La sangría se completará en los dos días siguientes. Los tres últimos nodos masivos en despertar serán "Nueva Zelanda", "Antigua Polinesia Francesa" y "Noruega", cerrando así la estrella que aprisionará la conexión global con una tenaza inviolable, dándoles por fin la posibilidad de manejar a voluntad el flujo de información, abatiendo cualquier nodo "natural", cualquier nexo libre que haya existido alguna vez sobre la faz de la tierra. El común de la población apenas notará la diferencia. Seguirán recibiendo sus notificaciones, sus contenidos para el entretenimiento, sus comunicaciones interpersonales quedarán intactas. El corte y la reconexión apenas durará dos segundos en la red de synaptics. Las consecuencias, sin embargo, serán permanentes e irreversibles.    
    Nuestra única posibilidad pasa por anticipar el ataque. Los nodos corporativos deben caer antes de ver siquiera la luz cegadora de su parto.

 

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